viernes, 20 de enero de 2012

David Lynch. Estable rareza, inestable éxito.


David Lynch. Nacido David Keith Lynch un 20 de enero de 1946 en Montana, EE.UU. 66 años cumple hoy este genio de tupé inigualable.

Su faceta artística abarca desde la dirección cinematográfica al diseño de mobiliario; no sin antes olvidarnos de la música, la fotografía y la pintura.

Con sus padres viajaba de un estado a otro, así, durante toda su niñez; lo que hizo de Lynch un niño solitario que no conseguía estrechar lazos con casi nadie. Nada era duradero.

En cualquier caso, su familia era de convicciones tradicionales, a lo que el director (aún adolescente) respondía mostrando interés por cualquier clase de rarezas.

Pasó por el Corcoran School of Art (Washington), donde empezó a desarrollarse en la pintura más bien de corte surrelista; continuó en el Boston Museum School lugar en el que sus profesores se esforzaron por convertir ese mundo surrealista de David en imágenes en movimiento, a través de cortometrajes experimentales. De esto modo llegó The alphabet (1968), primeros indicios de su gusto por lo escabroso.

Lynch empezó a mostrar cada vez más interés por el cine y, de esta forma, la Academia de Bellas Artes de Pensilvania, donde estaba ya cursando estudios, financió el que para el director sería su debut de cara el público: The grandmother (1970).

El joven artista, al tiempo que trabajaba en su obra y estudiaba, trataba de entender el mundo de Francis Bacon o Edward Hopper, artistas que le influenciaron enormemente. En esta época, David Lynch no era aún solvente, por lo que trabajó, entre otra cosas, como conserje y empleado en una tienda de fotocopias.

Por fin, en 1979, Lynch comenzó sus estudios de Cine. Fue en el Center for Advanced Film Studies de L.A. Tres años más tarde, gracias a una beca del American Film Institute, arrancó el su primer rodaje, que no pudo terminar hasta cuatro años más tarde. Cabeza Borradora era un film ambicioso y vanguardista, tal vez excesivamente atrevido; sin embargo, a Mel Brooks le pareció que era la señal perfecta de que aquel joven cineasta era lo que necesitaba la película que andaba produciendo: El hombre elefante, con Anthony Hopkins y John Hurt.

La película relataba una historia real, ambientada en Londres, en 1884, cuando el doctor Frederick Treves (Hopkins) descubrió en una feria ambulante a la criatura que llamaban hombre elefante y que en realidad era John Merrick (Hurt), un joven de 21 años afectado por una neurofibromatosis múltiple que lo convertía en un ser deforme.

Cuando completó El hombre elefante, Lynch ya se había convertido en una de las jóvenes promesas del cine estadounidense. Ahora bien, no fue aquel un momento especialmente feliz en lo que concierne a decisiones profesionales: defendió un proyecto irrealizable, Ronnie Rocket, y además se permitió rechazar la oferta de George Lucas para dirigir El retorno del Jedi (1983).

Sin embargo, el proyecto que aceptó fue Dune, una película de gran presupuesto que, profesionalmente, no le dejó en muy buen lugar. Tanto se criticaron en su momento los resultados, que con el tiempo Dune se ha convertido en un film a redescubrir, lleno de momentos de interés, sobre todo en el terreno estético.

El fracaso comercial de Dune puso en entredicho la carrera de Lynch, quien quiso resarcirse con Terciopelo azul (1986), un curioso homenaje al cine negro que tenía cualidades que lo acercaban a los universos de Kafka y Buñuel. Kyle MacLachlan, un recuperado Dennis Hopper y la casi debutante Isabella Rossellini protagonizaban una historia llena de violencia implícita desde el arranque con la oreja cercenada, hasta el final.

Sus películas tienden a describir los entresijos de pequeñas comunidades de los Estados Unidos, como es el caso de Twin Peaks: Fire walk with me o Blue Velvet. Lynch siente también predilección por los secretos ocultos de los barrios periféricos de L.A., retratados en Lost Highway y Mulholland Drive.

En 1990 comenzó la emisión de Twin Peaks en España precedida por un enorme éxito en EEUU, y en todos los países en los que se había comenzado a emitir o se encontraba en emisión en aquellos momentos. Constaba de 30 en capítulos, en los que la historia se centraba en descubrir quién mató a Laura Palmer y, mientras, todos los personajes iban descubriendo sus bajas pasiones.

Twin Peaks está repleta de simbolismo (cosa habitual en el mundo Lynch) y sabiendo utilizar el medio televisivo, ya que en la pequeña pantalla puede usarlo de manera repetitiva, alcanzando así una dimensión mucho mayor.

Más o menos, es en ésta etapa de su carrera cuando comienza su relación profesional con Angelo Badalamenti. El sonido en las películas de Lynch es fundamental y por ello cada banda sonora es trabajada con esmero. El responsable de conseguir ese sonido es Badalamenti, colaborador habitual del director, creador entre otras de la fascinante banda sonora de la serie de televisión Twin Peaks o de la inquietante y perturbadora Lost Highway.

Sin embargo, nuevas películas fracasaron en taquilla y el público empezó a desatender las excentricidades del director. En este nivel, intentó poner en marcha la carrera cinematográfica de su hija, Jennifer Chambers Lynch, pero su primer filme no dio los resultados esperados. Cuando el director aceptó realizar un anuncio televisivo por encargo de una firma de tests para embarazo, muchos críticos se preguntaron qué había malogrado la carrera de un creador tan prometedor e influyente. En 1996, después de una relativa ausencia, pareció adquirir protagonismo con Carretera perdida, un filme opresivo e inquietante. En 1999 sorprendió a crítica y público con Una historia verdadera, un filme intimista muy alejado del resto de su obra. En 2001 volvió a su rebuscamiento y excentricidad habituales con Mulholland Drive, la cual le devolvió el prestigio internacional que, pese a muchos, merecía.Las principales influencias de Lynch fueron Stanley Kubrick y Fellini, Kafka y Bacon; sin embargo, se ha mostrado siempre admirador del cine de Buñuel y Tati, Herzog y Polanski (de quien es buen amigo).

FILMOGRAFÍA



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